martes, 1 de octubre de 2013

Coven.

El sonido de sus pisadas retumba en el pavimento y se hace eco en las paredes. Continuo y ensordecedor, parece perseguirle en su desesperada carrera viajando a través de los muros semiderruidos de piedra.
No es el único.
Corre desesperado, ha dejado de estar alerta por lo que avanza tras él, necesita encontrar la salida del edificio en ruinas que ahora recorre pero las paredes se cruzan donde menos se lo espera y los pasillos parecen no tener fin. El lugar no parecía tan laberíntico desde fuera, ni tan grande.
Es imposible que sea tan grande.
Es cosa de ellas.
El viento comienza a soplar, frío y furioso, y proporciona frescor a su cuerpo ardiendo por el esfuerzo. Los muros son altos, pero están caídos y no sostienen ningún techo, mostrando en su lugar los altos árboles del bosque alzados hacia el oscuro cielo nocturno, solitario sin una luna que le acompañe.
Se permite sólo un segundo para contemplarlos. Con sus copas imponentes y gruesas ahora le parecen un buen sitio para esconderse. Ojalá estuviera allí ahora, ojalá nunca hubiera visto aquel maldito lugar, ojalá...
Aquel olor, otra vez. Resulta increíble lo poco que ha durado y lo bien que lo recuerda. Putrefacción, muerte, abandono, un aroma que actuaba como alarma: "no te acerques..." "huye..." "antes de que te vean..., antes de que te huelan..., antes de que te noten...". A cada paso, más claro; cuanto más cerca, más desesperados y urgentes sus gritos; una última advertencia inútil cuando ya fue demasiado tarde...
Le vieron, le olieron, le notaron... vestidas de negro, como sombras corpóreas, tan solo un segundo y estaba perdido, miradas oscuras, bocas humeantes... Solo pudo huir. Escapar, sin parar, sin mirar atrás, no existe otra posibilidad.
Los pulmones arden, el aire quema, respirar cuesta, las piernas fallan, las zancadas tiemblan, el costado duele, el cuerpo se dobla... No puede más, sus fuerzas se rinden, tropieza, cae.
Tan solo un segundo de distracción, no puede permitirse más.
Pero tan solo un segundo es demasiado tarde.
Desaparecen los árboles, escondidos tras un techo que de pronto se interpone frente a ellos; nota las paredes que se alzan sin aviso a su alrededor, provocando frío en vez de proporcionar calor; al levantar la mirada no reconoce dónde está: tropezó en un pasillo en ruinas y se levanta en una imponente celda.
Quizás haya vías de escape pero no las ve, jamás las verá. No hay puertas, ventanas ni accesos a su vista. Ante él, sombras. Una, dos, tres...
Le rodean, sus risas estridentes alzándose entre las paredes que las multiplican con su eco. Están contentas, han atrapado a su presa, ninguna escapa.
Se marea, se ahoga, las sombras danzan y giran sin parar, como un torbellino que le ha cazado y nunca frena... y de pronto se detiene.
Ante él, de pronto, unos ojos amarillos, una sonrisa negra, un deseo macabro en un diabólico rostro...
Y oscuridad.


1 comentario:

  1. Hola. Me ha gustado mucho. Es de un estilo parecido al mio que leíste: ¿Cuento de Hadas? O... ¿Historia de Terror?.

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